miércoles, 31 de diciembre de 2008

INFELICES Y DEPRESIVOS


Agoniza el año, hoy es treinta y uno de Diciembre. Un año menos o un año más, según nos convenga. Y digo bien, según nos convenga. Esto me recuerda a lo del vaso medio lleno o medio vacío. Siempre según nos convenga, según nos interese. Pero ¿para que?, en todo caso ¿para sentirnos mejor con nosotros mismos? o ¿con los demás?. Sí creo que sí, con ambos.
Vivimos como se suele decir de cara a la galería, hacia los demás, los que nos rodean, a diario, a semanario, o sólo para los que vemos únicamente de vez en cuando. A estos último parece que son más vulnerables para engañarlos, y para hacerles creer que vivimos bien. No sólo bien, sino incluso muy bien, cuando en realidad estamos pasando los peores momentos de nuestras vidas.

El ser humano es un “coqueto” sólo para los demás. Basta encerrarnos en el cuarto de baño y mirarnos al espejo. Si queremos, podemos engañar al que está en la otra parte del espejo, pero sólo si tardamos dos minutos en dejar de mirar. Al tercer minuto empezamos a inundarnos de vergüenza, sólo por recordar las patrañas que estamos obligados a hacer ver al resto de los demás cuando atravesemos de nuevo la puerta. Pero tranquilo, en el baño siempre tenemos una taza del water, bien para expulsar lo que nos sobra, por arriba, o bien por abajo, dependiendo si las nauseas después de mirarnos al espejo, se alejan mucho o muchísimo de la realidad.

La vida es un teatro, desde que nacemos hasta que morimos. Y después también.
Yo mismo sólo pensaba que era el único que actuaba teatralmente cuando voy a trabajar.
Cambio, me transformo, creo que no soy yo, me convierto en otro “yo”, e intento ser el mejor otro “yo” posible para la batalla , de tal manera que si en alguna ocasión he tenido tiempo de reflexionar mientras trabajaba, he llegado a la conclusión de que no me conocía.
Cuando lo he contado a algunos amigos, sólo me han observado con una mirada reflexiva y nada más. No me han dicho que a ellos también les pasa con sus palabras, pero sí con los ojos. Los ojos delatan a las personas, bueno, al ser humano.

Para el que no lo sabe, “La Taverna d’Andreu” es como una buhardilla pero ubicada en la parte sótano de la casa donde vivo. Eso sí, conectada a un pequeño jardín, donde vive un pájaro encerrado en una jaula, un perro al que le he puesto una frontera física para que no pueda pasar y digámoslo claro, mear y cagar el césped.
Por su parte, también me acompaña un gato persa de casi catorce años, éste no tiene fronteras, no tiene habitáculo propio, es el rey. No en vano le llamo “King”. Pero tiene un problema, o no, está castrado desde los pocos meses de nacer.

Aquí en la “Taverna” estoy rodeado de personajes que, unos admiro por lo que sea, otros, me traen buenos recuerdos. Los personajes casi no tienen que ver los unos con los otros. Pero he leído sobre ellos, los he conocido de alguna manera, tal vez por sus obras, nada más. Todos están muertos ya, a excepción de uno de ellos. Pero para el caso no importa.

Louis Astrong fue un personaje que nunca hizo daño a nadie, no se reía a lo sumo sonreía solamente, y fue un angelito negro que tocaba la trompeta como Dios. Depresivo menos cuando tocaba, o tal vez ni entonces.

Marylin Monroe, que os digo, histérica como ella sola. Vivió como una tontita hasta que le llegó la fama. Entonces se convirtió en una retrasada mental que sólo la querían sus amigos y sus amigas por las preciosas tetas que la adornaban. No digamos por el culo y los labios provocadores. Nada más. La botella y otros aditivos era lo que le sacaba de la depresión y la hacía sonreír. No conseguir el castillo con el príncipe azul dentro, al final la mató. De todas formas no hubiera durado mucho dentro del castillo. No era como mi pajarito enjaulado. Sin drogas no era la misma. Sin su cuerpo hubiera sido una fregona de tres al cuarto.

La Beata Inés de Beniganim, está siempre mirándome y yo a ella, pero porque está encima de un almanaque de este año que hoy termina. Vivió en el siglo XVII muy pocos años en teórica libertad con sus padres, hasta que a los doce la pusieron en un convento. No hizo nada malo a nadie, y la encerraron entre rejas. Monja de clausura se pasó la vida rezando para no se sabe qué, aunque como me mira bien, hago que me acompañe por si algún día me da un buen consejo. Aunque creo que lo hace a diario. Otra cosa es que le haga caso o no. Las depresiones de personas dentro de un convento de clausura no han estado muy comentadas a excepción de la famosa obra de Diderot, “La Religiosa”. Tal vez haya mas, pero no las quiero conocer. Dicen que su alegría se la ofrecía a Dios. Mala cosa ésta, si solamente la compartía con lo extraño, con lo etéreo. Su depresión trataba de olvidarla plantando nabos, patatas, o árboles frutales en el jardín del convento.

Ernesto, “El Ché”, me acompaña en blanco y negro. Médico revolucionario para cambiar el mundo de la injusticia. Su depresión la falseaba pensando que era un elegido para romper las cadenas de los pueblos esclavizados, y abandonó su profesión de sanador por la metralleta, rodando por gran parte del mundo. Su risa era ficticia, era duro con los que le acompañaban y no cumplían sus ordenes. Su depresión he de decir que es la mía. Insisto, fue la depresión por estar lejos de la Justicia social. Pero fue asesinado por otros depresivos militares que trabajaban para que la alegría del ser humano no se extendiera por el mundo en el caso de que exista.

Billie Holiday, niña, negra de Norteamérica en los años treinta, cuarenta y cincuenta. Violada a los diez repetidas veces, prostituida con conocimiento de su propia madre y abandonada por su padre. Las drogas de todo tipo le hacían olvidar las noches que no podía cantar en los tugurios de los estados del Sur, y se quedaba sola en el autobús de la compañía de músicos hasta el amanecer. Sólo reía cuando aquellos volvían para coger carretera al amanecer y jugaba a los dados con ellos y les ganaba cinco dólares o mas porque estaban cansados de tanto soplar saxos, clarinetes y trompetas a son del jazz.

Un niño desnutrido de un folleto de “Médicos sin fronteras”. Me mira, o alguien dijo que debía mirarme desde ese folleto prefabricado, para que me diera lástima, y enviara una transferencia no se sabe para quien o para qué. Por su color debe ser de África, desnutrido. Me da rabia. Pero creo sinceramente que es el menos depresivo. No conoce la alegría, ¿como va a conocer la depresión?. Morirá dentro de unos días si no lo ha hecho ya. Pero alguien, para bien o para mal, lo ha utilizado para que el mundo rico o no, sepa que esta muriendo de hambre y no es un anciano. A éste no hace falta gastar un céntimo en antidepresivos. Pero ni en antidepresivos, ni en medicamentos de ningún tipo. De lo contrario las multinacionales farmacéuticas podrían quebrar.
Por cierto, en esta vorágine de crisis económica, ¿Quién ha oído hablar de quiebra de industrias farmacéuticas? Ah!!, que solamente era crisis financiera. Ya!, no había caído en el matiz. Deprimente.

Y para terminar, yo mismo. Una foto en la que me hallo porque no se quien se inventó un concurso de paellas, comida típica de mi tierra, y en la que debía de “competir”, (ja ja ja ) perdón por la risa, con una señora que también se creía que sabía hacer paellas.
Igual de depresivo que todos los demás, aparezco en esta foto con miradas y sonrisas histéricas, defensivas de mi depresión, aparentando que lo estoy pasando bien, aparentando que me encuentro pasando un buen rato, gratificante para mí y para los de mí alrededor. Es mentira, estaba hasta los mismos cojones de haber madrugado ese día, había puesto histérica a mi hija para que me ayudara a ejecutar la típica comida para los comensales, y encima dijeron que nuestra paella no era de las dos presentadas la mejor. Que estupidez. Y encima en las fotos riendo. Que falsedad.

¿Cómo alivio mi depresión? Evidentemente que no sin ayuda química. Leyendo a clásicos y modernos, rodando en mi moto, bien dirección sur o norte. Bien hacia el monte o hacia la mar. ¿Me río? Pues la verdad, poco. Un chiste contado por un amigo no sirve de nada, y veinticinco chistes seguidos aún menos. Eso se llama risa histérica, porque realmente me da rabia no saber contar chistes, y además los que escucho se me olvidan al minuto. Envidia sana, o no.
No sé de mucho, lo que si sé es que todo es depresión y angustia por encontrar la felicidad, pero la felicidad que no existe. Esa es la verdadera. Lo contrario es el “engañabobos”, sustancia que “El Gran Hermano” distribuye por la sociedad para que creamos que hay felicidad.

Mienten.

Andreu

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo creo que siempre estamos deprimidos porque somos una especie que nos "han hecho" con unas instrucciones en las cuales dice que solo funcionamos y solo somos "servibles" si podemos demostrar algo, si podemos cumplir unos propósitos diarios, semanales, mensuales y en consecuencia anuales, con el fin de obtener un beneficio creado no se sabe por quien y no se sabe cuando ni porqué, algo que nos conviene, algo mejor algo que nos llevará a una cosa llamada felicidad y aunque llegue el hipotético momento "feliz" ni siquiera nos daremos cuenta por tanto continuaremos deprimidos por cualquier cosa que se nos pase por las narices, por humedades tapadas por máscaras de pintura por ejemplo o por señales dudosas tachadas con tipex negro por poner un ejemplo citado en anteriores ocasiones... y ya en la vejez donde se supone que ya estamos libres de responsabilidades que podemos ser por fin "felices" porque hemos creado una "familia" "hemos trabajado" hemos demostrado que "fuimos servibles" el hecho de ser un "fuimos" en pasado, el hecho de ya no tener una presión por parte de nadie ni nada, nos deprime, nos arruga y nos convertimos en pasas.

Anónimo dijo...

.

Anónimo dijo...

Dijiste: "...No sé de mucho, lo que si sé es que todo es depresión y angustia por encontrar la felicidad, pero la felicidad que no existe. Esa es la verdadera. Lo contrario es el “engañabobos”, sustancia que “El Gran Hermano” distribuye por la sociedad para que creamos que hay felicidad.
"
Respeto al 100% tu perspectiva pero no la comparto, ¿ Por qué no la comparto ?, bien, me gustaría saber quien conoce la felicidad constante ... ¿ Qúé es ser feliz ?, yo creo que es encontrar el camino de uno mismo, ya sea con sonrisas o sin ellas.
También me gustaría decir, en contra de los casos negativos de personajes famosos depresivos, como comentabas como Marylin Monroe, que el estado depresivo, tiene sus ventajas, ¿ es engañarse ?, quizás... pero te hace sentir mejor ?, ¿ entonces ?
Y como contraejemplo cito a:
Cervantes con su quijote, Nietzche con su escritura, Joyce con sus Ulises, Van Gogh con sus pinturas, entre otros.

Permitanme lanzar otra idea. Hoy en dia el trastorno mental es algo fatal y casi incomprensible... sucederá dentro de unos siglos, como sucedió, en los anteriores siglos; ¿ Qué la gente moria por simples resfriados ? ...

En fin la depresión es una enfermedad, está claro, nada agradable, pero es posible conducirla hacia una dirección u otra, eso cada cual, con su historia...

Besos a todo el mundo, porque depresivos, personas con minusvalías, conformamos el mundo, y todos contribuimos, y para no quererse a uno mismo creo que no es decisivo tener un defecto físico o no... La mente es más potente que todo eso...

ed.bustos dijo...

Estoy de acuerdo con lo que dices: las personas, en líneas generales, no son felices, y muchas veces sólo muestran al mundo exterior una máscara con la que pretenden engañar a los demás, pero con la que no se engañan a sí mismos, por mucho que se empeñen. Pero creo que el problema radica, principalmente, en la avaricia que nos nubla la mente a todos, aunque, en este caso, no esté orientada hacia un ámbito económico. Podríamos disfrutar de detalles que nos pueden hacer la vida muy especial, pero parece ser que nunca nos contentamos del todo, y siempre buscamos algo más. Y, como bien dices, aspiramos a más porque conocemos más, porque sabemos que hay estados que pueden mejorar cualquier situación. Por eso, los niños del tercer mundo se conforman con menos que los que formamos parte del mundo desarrollado. Deberíamos, no obstante, aprender de ellos y hacer un examen de conciencia cada uno de nosotros. No se trata de adoptar una postura pasiva resignándonos con cualquier cosa, porque eso va en contra de cualquier progreso, pero sí de no mirar el vaso medio vacío, porque no merece la pena.

No obstante, al igual que somos conscientes de que siempre podremos aspirar a algo mejor, también deberíamos fijarnos en que cualquier situación podría cambiar a peor, y sentirnos afortunados de que no ocurra así. Ser positivos ante la vida.

Enhorabuena por tu blog. Me gusta mucho.

Andreu Fos dijo...

Muchas gracias a todos los que habeis dejado vuestra opinión o comentario.. sois cuatro, pero a mi me hace FELIZ saber que mi pensamiento escrito ha hecho pensar a alguien mas .
Mucha salud a tod@s.

Andreu Fos

Unknown dijo...

Andreu soy el 5to , y mas vale tarde que nunca, dejeme decirle un pensamiento en cuanto a la felicidad que escuche de un compatriota sabio de estos tiempo y que así lo siento: la felicidad es la tranquilidad y estar sereno y conciente de estar en el camino que uno eligió con todo lo que ese camino presente ante nosotros y creame así , de ese modo, siento yo mi felicidad