martes, 19 de febrero de 2008

LA FIESTA NATIONAL "SPANISH"


Acabo de recibir un correo de mi hija. En él me suplica que me manifieste en contra de esta fiesta del Toro de la Vega de Tordesillas, así como en contra de la patriótica y mal llamada “fiesta nacional”. Nacional de España, de la España profunda, claro.
Voy a dejar la fiesta del Toro de la Vega un poco de lado porque además del asco, me da repugnancia.
Lo dejaremos para otra ocasión y hablaré hoy, sólo de lo que pienso de la “fiesta nacional española”.
Corre el año 7 del tercer milenio desde que se torturó a un hombre que venía a salvar las miserias de los humanos.
Ya hace casi cuarenta años, si es que fue verdad, que el hombre pisó la luna.
Referencia ésta, que ya está en desuso para indicar lo adelantados que estamos los humanos, ni mas ni menos porque ya han pasado otras muchas mas cosas tecnológicamente hablando, que hacen que el ser humano demuestre que estamos muy preparados para haber hecho en estos tres mil años un mundo mejor.
Hoy, cuando cualquier emigrante, hindú, marroquí, checo, o colombiano puede ser taxista en una gran ciudad europea, y no lo digo porque han ganado en derechos, que lo hacen a base de “curro”, sino porque cualquier taxi, lleva incorporado un GPS, artilugio, que te conduce rápidamente a la calle que el cliente del taxi ha solicitado.
Hoy, cuando a un niño de ocho años, lo llama su madre a través de un teléfono móvil, para que deje de jugar, y vuelva a casa a cenar o a hacer los deberes.
Hoy cuando las cámaras de fotos tienen un artilugio incorporado, y no es necesario imprimirlas, sino guardarlas en lo que llaman un disco duro, y las llaman digitales y las fotos se retocan y se retocan mediante programas para obviar los fallos.
Hoy, que no hace falta escribir sobre papel las estupideces que a más de algún necio le parecerá lo que ahora escribo yo.
Hoy, que los médicos han sacado una vacuna contra el cáncer de útero, y se está ya adelantando en otro tipo de canceres.
Realmente hoy, cuando las multinacionales farmacéuticas deciden que enfermedad se cura, y cual hay que esperar a comercializar su antídoto, por aquello de sumar unos cuantos años mas, beneficios en una cuenta de resultados.
Hoy, cuando el deshielo de Groenlandia, de los Alpes suizos, o la desaparición de las románticas nieves del Kilimanjaro, hacen que un setenta por cien de muchas fotografías de estos paisajes hayan pasado a la historia.
Hoy, cuando la música del film futurista, “2001, una odisea en el espacio” es ya pasado.
Hoy, cuando ya casi todos los cristianos han olvidado el “Concilio Vaticano II”, por lo visto ya caduco, y considerado documento estúpido.
Hoy, cuando en la España ya no tan grande, libre mas que nunca, los tour operators ponen en el mismo paquete la visita al Valle de los caídos, y la del Oceanografic de València.
Hoy aún sigue siendo indispensable, la tortura del animal.
Indispensable y necesaria es, para los moradores de la España profunda las corridas de toros, panorama que el que la vive, se traslada en el tiempo al siglo XVIII aunque no lo sepa. Ya veis, con tantos referentes encantadores que tenía aquel siglo. El siglo de las luces. El siglo en que Mozart escribió por ejemplo “La Flauta Mágica” y toda su obra, por decir algo distinto.
Yo pienso que todos los amantes de la llamada “fiesta nacional”, se ven representados ya no en el XVIII, sino en las cavernas, recintos donde moraban y se refugiaban del miedo, como lo que se representó en las cuevas de Altamira.
¿Serían aquellos, los primeros amantes de las corridas de toros?
Porque allá en Cantabria resulta que la gente es muy española, tal vez mas de lo normal.
Mira si son españolisimos que este pasado domingo en el partido de fútbol Racing – Barça, silbaban cada vez que el jugador catalán Oleguer tocaba la pelota.
Que cosas, y que silbidos. Claro que por algo será.
El amante de tal fiesta, la nacional española, es un ser que da la talla. Me explico.
Es una persona de clase media alta, también media baja. Aunque eso de media, nunca he sabido que quiere decir. Para mi es o alta o baja. Evidentemente en cuanto a bolsillo se refiere.
Bueno lo dejaremos en persona de bolsillo equilibrado.
Suelen ser personas, digo, “suelen”, personas incautas, de mal genio, de mal gusto, de sonrisa color ocre, que esconden una doble personalidad a los ojos de los demás.
Que enamoran mal, y que son mal enamorados. Que necesitan ver como “otro” (el matador), “él” en ese momento, es mas fuerte que la bestia.
O sea se ve reflejado en el ruedo como torero. Se ve como matador de toros, que cree que su amada lo esta observando, y donde espera después de demostrar, y demostrarse lo fuerte que ha sido, se dirija a la señorita, y le tire la oreja o el rabo, ensangrentado claro. Que mal gusto, ¿no?.
Aún se usa la palabra "macho", o "machote" para citar al masculinisimo y valiente ser que no tiene miedo a nada.
Valiente, es aquel que aunque tener miedo de algo, se adelanta y realiza la acción temerosa. No es valiente el que no tiene miedo. El que no tiene miedo, o está loco, o está borracho.
Disfruta viendo derramar esa sangre del humillado astado.
Durante la corrida algunas personas viven tan intensamente la tortura, que derraman tantos tipos de fluidos sin querer, además del sudor, que mojan toda la ropa interior.
Muchos ya mojaban la cama en sus años infantiles y bien entrada la adolescencia.
Algunos, ven en el toro a su padre, al padre que fue un mal tratador, y que en las mañanas de sabanas mojadas descargaba aquella manaza sobre las mejillas del infante, o sobre las nalgas del hijo.
No deja de ser una manera de educar. De disciplinar mas bien.
Y les encanta porque les recuerda aquellos miedos, según ellos ya superados, aunque se estén meando encima durante toda la vida. De miedo.
Otros ven en el torero, vestido de mujer, a su madre.
La madre, que con capas, muletas, espada escondida, como si entre las sabanas de la cama la disimulara.
Porque, ... ¿que es el ruedo?, sino la alcoba de un matrimonio que se odia.
La madre vence la partida al padre, y le protege del bestia aquel, que a base de palos hizo crecer una delicada y débil sexualidad en el mirador (el que mira) de la corrida.
Por eso se regocijan en los olés de los demás.
Los demás, el público en general, le ayudan a superar el trago de la sangre. Sangre derramada entre la colcha de la cama matrimonial, que viene a ser la arena del ruedo.
Mal trago que no es tanto, si siguen pensando en el borracho de su padre, si es que lo fue.
Aquel niño, el aficionado, tenía 4 añitos cuando entró en la alcoba de sus padres y en segundos vio como la madre sufría las embestidas del animal de su padre.
Vamos de aquel hombre sólo se sabe que bebía aguardiente, y la mujer además de servirle en todo, sólo la tenía para empujarla. En todos los sentidos.
Una persona amante de las corridas de toros, no le importaría, para mi, siempre para mi, presenciar como se tortura a un ser humano también.
Debe ser, creo, capaz de matar con sus propias manos, pero viendo sangre. Si se derrama la sangre mejor.
La sangre excita a este tipo de personas. Sin sangre no es la misma muerte.
Spilberg rodó “La Lista de Schinler” en blanco y negro. Muchas de las personas amantes de las corridas, de toros digo, pidieron que se coloreara. Ni que fuera “Lo que el viento se llevó”.
Evidentemente que no se hizo.
Yo, afortunadamente tuve un padre, culto, sabio, maestro de la vida. Amante de la música, la que él llamaba culta, así la llamaban a la música clásica, de la ópera, amante de los libros, de los antiguos preferentemente, los coleccionaba, e invertía en ellos todo lo que sus amigos en corridas de toros. Nuca lo vi borracho, o levantándole la mano a mi madre, ni a sus hijos.
Esto sería un sueño para muchos niños de hoy en día, y para muchos maduros de hoy que en su día lo vivieron con sus respectivos. Fue honrado, contrario y contrariado con los que reclamaban la pena de muerte para seres humanos, hubieran cometido la falta que fuere. De toda pena de muerte. Defensor de la justicia social. Y creyente en Dios.
Que suerte he tenido, pienso en voz alta.
Por eso no me gustan las corridas, de toros, digo yo que será por eso.
Al toro se le condena como a los gladiadores perdedores, a muerte. El Cesar levantaba el pulgar, o lo bajaba.
El mismo código, aquí un pañuelo blanco, o dos, o tres. Se le tortura más, o se pasa al siguiente artilugio torturador.
Y que curioso, que el que preside la corrida, o es el gobernador, o según tengo entendido puede ser hasta el Jefe de la Policía, o de la Guardia Civil. Que cosas, ¿no?
Ahora en lugar de gobernador, digo que será una autoridad de la comunidad correspondiente, como el Presidente de la Diputación, digo yo.
Los amantes de la “fiesta”, lo que les mueve es ver el sufrimiento, disfrutan viendo sufrir. Pero yo creo que al toro, y al torero también.
No me vale ya, que me digan que es lo que se hace para matar a los pollos en los mataderos públicos para después distribuirlos, venderlos, y comerlos. O a los cerdos, o a las terneras. Porque no lo veré nunca.
Un matadero de animales está para eso, para sacrificar rápidamente, y repartir el manjar entre los mercados, porque un día alguien dijo que éramos carnívoros, y además de pescado comemos verduras y frutas.
Dicen, o cuentan las malas lenguas, que después de la guerra civil española, el torero Manolete, y alguno mas, toreaban hasta la muerte y el descabello en plazas de Extremadura y la Castilla profunda, a soldados vencidos de una contienda.
Maquis, y anarquistas atrapados en el monte. Eso dicen. Yo no lo creería.
Claro que viendo lo del toro de La Vega de Tordesillas uno se lo puede creer todo.
Una manera de ejecutar como otra.
Seguro que las “manolas”, señoritas que acaban siendo de compañia de alguna manera, junto con la plana mayor militar, gobernador incluido, y falangistas, lo pasarían a lo grande.
Claro que a falta de toros, buenos son los contrarios.
También dicen que alguna madre de rey, encorvada en una silla de ruedas, disfrutaba a pesar de su edad, viendo aquellos grandes cojones. Los del toro, me refiero.
A un documento grafico, sólo hay que ponerle una música particular para que sepa de otra manera, para que sepa a amargura, a orgía de sangre.
Probad a quitar la voz del periodista de una corrida de toros televisada, y ponedle “El adagietto de Gustav Malher” por ejemplo.
Las cosas cambian.
Con mucho asco,
Andreu Fos
Miércoles, 29 de Agosto

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