martes, 19 de febrero de 2008

LA TRAICIÓN AL NOBLE TACO

Al fin sabemos a quien tenemos delante. Ya me lo habían dicho, no te fíes de esta gente que suelen engañar y al final votan a los de siempre, o mejor dicho, a "la" de siempre. La gente de Taco no es la que ha de defender la barricada.Y es verdad. Esta va a ser la última vez que hable, que escriba en favor de la gente, y de los moradores actuales de Taco. Lo que yo creí que podía ser nuestra barricada ha sido donde mas traición ha habido. Nos han traicionado. Y donde mas traidores ha habido ha sido en la propia barricada. Siempre pasa. Al final la razón es para el de siempre, el que gana, el que domina todo, el patrón, el dueño, el amo.Después de ver que sois un pueblo sometido, un pueblo sin historia, un pueblo sin argumentos y por supuesto sin cultura, os rechazo y os odio.Me costó mucho creer que buscabais libertad, que lo que buscabais era justicia, y me puse a vuestro lado, porque queríais soltar las cadenas de los gobernantes actuales, y luché por ello. Pero habéis traicionado a vuestro pueblo, a vuestra gente, al sentimiento de los guanches que un día poblaron esta tierra.Pero todo esto me ha demostrado que además de que no tenéis nada de pueblo, si lo fuerais, os traicionaríais entre vosotros.Ya hace ocho días de las últimas elecciones municipales, y autonómicas, y me siento tan defraudado por los resultados que escupiría fuego en vuestras almas.A esta tierra, a esta historia no la levanta nadie, y menos los habitantes que pululáis desde hace muchos lustros en esta tierra, tanto tiempo que es el mismo que hizo que un bello pueblo, el de los guanches fuera sometido y al mismo tiempo exterminada su cultura.No cabe duda, ninguna, que procedéis de antepasados peninsulares, y que éstos vinieron a destruir y a buscar riquezas. Que sois los descendientes de castellanos, extremeños, portugueses, gallegos y gavachos que destruyeron una noble cultura, una justa sociedad, el pueblo guanche.Si se levantaran, si acaso quedara algún descendiente de aquellos, llorarían la misma sangre que vuestros antepasados hicieron correr por las nobles montañas, y por los encantadores bosques de Tenerife, de Taco en concreto.No se si muchos habitantes de Taco saben lo que fue este maravilloso sitio. Sobre el que hoy transitan, envidian, escupen, y envenenan. Pues yo os lo contaré.Taco, fue un asentamiento de treinta y tres familias en una, de nobles y justos habitantes guanches. Mujeres, hombres, ancianos y niños vivían en esta zona.Vivian y pernoctaban a la distancia justa del mar y al mismo tiempo de la montaña donde los sacrificios y el bienestar ensalzaban a los dioses de la manera mas noble y encantadora posible. Era el punto geométrico tan justo y tan físicamente estudiado que los alisios les beneficiaban en el mejor bienestar posible.Los viejos respiraban bien en sus últimos años, los niños disfrutaban de la justa humedad y sequedad para su desarrollo. Donde se preparaban sólo y exclusivamente para ser nobles pastores. Hacían su trabajo tan bien que sus cabras daban la mejor de las leches, que con los frutos de sus árboles y las raíces de la montaña se desarrollaba una sociedad en paz.Le temían al mar. Mejor, lo respetaban. Y lo respetaban porque el viejo de las familias contaba de padres a hijos que del mar vinieron todos sus antepasados, los primeros pobladores de esta tierra. Sí, vinieron del mar, pero en son de paz. Vinieron de otras tierras evidentemente, pero en paz. Vinieron del norte de África, de la tierra de la arena. Del desierto. Vinieron en un tiempo que no habitaba nadie estas tierras. Vinieron por error, vinieron huyendo del calor, de las tormentas de arena, buscando el frescor y el verdor de unas tierras que habían brollado del océano. De unas tierras que fueron paridas por el fuego, por el fuego del mismo mar.Los dioses crearon estas tierras haciendo hervir las aguas del mar, y éste escupió tanto fuego que las aguas se convirtieron en tierra noble y bendita de frescor, de verdor, y los dioses del viento sembraron la humedad necesaria para que la tierra del fuego se convirtiera en la deseada, en la belleza de un jardín que fue preparado para que lo habitaran los mas justos y nobles seres.Llegaron ciegos por el sol, ciegos del brillo del azul océano, el mas precioso de los azules, el azul cobalto, ese azul que cuando lo miras tiemblas del miedo que da pensar que hay allá debajo, allá en sus profundidades.Temían tanto que no querían mirarlo durante la travesía, y miraban hacia arriba. Tanto miraron hacia arriba que el dios sol los cegó, y los cegó hasta que encallaron en las primeras agrestes rocas. A éstas se agarraron como bien pudieron, con temor con miedo. Muchos murieron llenos del agua del océano, otros en cambio notaban como los gritos de sus hermanos desaparecían y dejaban de oírse pausadamente. Se ahogaban. Niños y ancianos especialmente, fueron las primeras victimas de aquellos pobladores que debían de llegar a habitar estas tierras. Tan sólo tres mujeres y dos hombres pudieron agarrarse a las rocas donde las tabaibas eran las reinas, donde los lagartos eran los señores, y donde la luna lucia la mejor de las luces, la que no cegaba.Paulatinamente fueron abriendo los ojos, fueron volviendo a la visión que aunque nocturna, los rayos de aquel bello astro atravesaban el humo convertido en masa y en azufre.Olía fuerte aquel ambiente, penetraba en los pulmones de aquellas almas y respiraban mal, palidecían, pero luchaban por sobrevivir.Era el peor de los tiempos. Era el verde y el azul juntos. Era la vida y la muerte, el miedo y la calma, todo lo que es valentía. Templanza por vivir y por conquistar una tierra.Exhaustos llegaron a los acantilados, con mediana luz, sin aliento. Sus manos eran garras con tentáculos que abrazaban las primeras rocas, las primeras tierras.Y subieron. Y se enderezaron, y miraron y vieron. Y observaron. No hablaban, gemían y se rozaban. Sus primeros días eran los días de las nobles bestias. La Naturaleza les dios alas. Pero alas para amar, alas para observar, alas para volar dentro de sus almas, dentro de sus universos.Cada uno representaba su propio dios, su propio mundo. Y cada uno puso la gana de crear. Y crearon. Porque el ambiente lo dictaba. Los dioses lo tenían ya previsto. “Vendrán y habitaran la tierra. Y se multiplicaran.” Noches estruendosas, rayos y truenos, fuego de un dios que escupía de sus entrañas. Y sintieron más miedo. Un miedo distinto. Un miedo que vencerían ya que la solidez de la tierra, les hacía distinguir al miedo pasado por la turbulencia y las corrientes de las aguas.Y entonces creyeron en ellos mismos, en su fuerza, y en su sabiduría. Y las dos mujeres comenzaron a escupir hijos de sus entrañas. Hijos de ojos grandes para ver tanta belleza. Ojos azules como el mar de donde procedían. Cobalto. Y el fuego se apagó, y el sol con sus rayos venció los gases y los humos del centro de la tierra. De allá arriba, del otro dios que los esperaba. De la gran montaña. Y subieron, día a día, jornada a jornada, sin miedo. Aquel rugir se hacía mas lejano se adentraba hacia el mar por la garganta del dios grande. Un dios que daba la sombra necesaria para calmar la sed. Sangraban durante el viaje hacia arriba, se despeñaban y se mataban algunos, pero la mayoría ensimismados y atraídos por aquel rugir de la bestia tierra siguieron hacia arriba. Siguieron hacia dios. El gran dios Teide. Ahora blanco, ahora verde. Ahora negro, ahora azul.Era su dios. Era Dios.Y al llegar miraron hacia atrás donde habían tenido prohibido hacerlo mientras el verde era verde. Pero miraron cuando lo negro era negro, y vieron la senda que habían dejado atrás. Arriba una cuarentena de hombres y mujeres de mediana edad, sus niños y algún anciano protegido como al padre de todos. El sabio. El juez de la tribu. El brujo.Y miraron desde el peñasco como pululaban los bichos de dos patas, allá en lo mas bajo, cerca del mar. Donde hacía una eternidad ya no pisaban. Unas tierras segadas de lo verde, y abonadas de una sustancia llamada cemento. Y miraban como aquellas montañas allá en lo mas bajo eran reventadas por el fuego de otros. Dinamita, goma dos, BMW, Coca Cola, McDonal’s, y mas mierda. No abunda más. No hay nada más. Sólo mierda.Oh Teide! dios de aquellos nobles y justos, ten piedad. Un día irán a por ti. Unos ya te miran. Otros dicen que no lo toleraran. Que darán la vida por ti. No te fíes de ellos. Un día como el domingo pasado, día veintisiete de Mayo te traicionaran. Te venderán, y te explotaran. Te reventaran. Y ese día dejaran de creer en dios en el dios pan, en el dios agua, en el dios aire, en el dios tierra.Seguro. Te mataran.Ese día Lennon gritará: “Power to the people”. Y será coreado por muy pocos un cancionero popular titulado “La maldición de Malinche”,
Y dice:
Del mar los vieron llegar mis hermanos emplumadosEran los hombres barbados de la profecía esperadaSe oyó la voz del monarca de que el dios había llegado.Y les abrimos la puerta por temor a lo ignorado.Iban montados en bestias como demonios del malIban con fuego en las manos y cubiertos de metal.Sólo el valor de unos cuantos les opuso resistenciaY al mirar correr la sangre se llenaron de vergüenza.Porque los dioses ni comen ni gozan con lo robadoY cuando nos dimos cuenta ya todo estaba acabado.Y en ese error entregamos la grandeza del pasadoY en ese error nos quedamos trescientos años esclavos.Se nos quedó el maleficio de brindar al extranjeroNuestra fe, nuestra cultura, nuestro pan, nuestro dinero.Y les seguimos cambiando oro por cuentas de vidrioY damos nuestras riquezas por sus espejos con brillo.Hoy, en pleno siglo veinte nos siguen llegando rubiosY les abrimos la casa y les llamamos amigos.Pero si llega cansado un indio de andar la sierraLo humillamos y lo vemos como extraño por su tierra Tu, hipócrita que te muestras humilde ante el extranjeroPero te vuelves soberbio con tus hermanos del pueblo.Oh, maldición de Malinche, enfermedad del presenteCuándo dejarás mi tierra.. cuándo harás libre a mi gente.
Traidores, y asesinos de justas causas. Quedaros con lo que habéis votado.
Andreu Fos

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