martes, 19 de febrero de 2008

LOS MINUTOS QUE LLEGUÉ A SER HINCHA DEL REAL MADRID

El que me lea, que no debe ser mucha gente, lo admito, debe pensar que muy simpatizante del Madrid como que no soy, y tiene razón. No diré que soy antimadridista porque a mi me importa tres pepinos lo que les pase en su club. Pero si diré que soy hincha del Barça, con lo que eso ya presupone para el mundo mundial futbolístico que no me gusta que el equipo contrario, el máximo equipo rival, o sea el Madrid, gane premios, y especialmente porque entonces no los está ganando mi equipo.
Dicho lo anterior, y escuchando las noticias internacionales, mas bien viéndolas por televisión, y a altas horas de lo que no se sabe si es de día o es de noche, mi ojo vago que suelo tener cerrado en esos momentos porque el resto del cuerpo se niega a pasar a la postura horizontal en mi digna cama, de repente se abrió quedándose como el abierto, ósea como dos platos, abiertos de par en par por algo que me estremeció, y que ha quedado gravado en mi mente, creo que en todo mi yo.
Otra vez, las noticias internacionales enseñaban al mundo entero que tenemos el privilegio de ver televisión, los últimos ataques para erradicar no se qué de eso que llaman “terrorismo internacional” en un lugar donde la guerra incivil es patente, y dura ya demasiados muertos. Si, muertos, es otra forma de medir el tiempo últimamente en ciertos puntos de este planeta.
Mientras en Madrid unos seres orgullosos mostraban sus vergüenzas, o no, por las calles, echándose flores y besos entre ellos/as, ora enseñaban el culo, ora enseñaban unas tetas descomunales, producto de algún programa hormonal o de algún médico argentino, sin que sus gobernantes de derechas se manifestaran en contra por tratarse de horario infantil. Mientras en Glasgow acababan de asustarse todos sus habitantes por estrellarse un coche en llamas contra la Terminal 2 de su aeropuerto. Mientras China frenaba el ansia de libertad de Hong Kong. Mientras Chávez estaba comprándole armas a Putin. O mientras un incendio en el monte Parnaso amenazaba la ciudad de Atenas, ocurría otra vez lo peor.
Ocurría que el ejército norteamericano, allá con el ansia de luchar por la paz mundial, (que ya me explicaran la frasecita “luchar por la paz”), ametrallaban a diestro y siniestro en uno de los barrios mas castigados de lo que fue la bella Bagdad, en el puro centro de la ciudad, en Sader City, barrio chií por naturaleza.
Decía el periodista, que eran muchos los muertos, que eran muchos los heridos. Que habían sido muchas las casas destruidas en un santiamén. Que había mucha sangre derramada, y que muchos hospitales, bueno de esos que llaman de “campaña”, y no promocional, si no porque ya no queda nada en Bagdad que pueda llamarse dignamente hospital, estaban a rebosar por los heridos de esta matanza.
Comentaba un señor del terreno con la barba mucho mas larga que la mía, que habían entrado a lo bestia, como siempre, que empezaron a sonar las notas musicales de las armas yankees tan fuertemente como la introducción de Thannhauser, que eso debe ser mucho mas fuerte que el rugir de los pistones de cualquier Harley Davidson. Pánico, lo imagino, no sólo por el estruendo, que uno está acostumbrado a la mascletà de las 14 h. de la plaza del Ajuntament de València, sino porque ese mortífero ruido, además mata, y destroza seres humanos y familias enteras.
No se sabe bien, como siempre, unos dicen que allí estaban escondidos miembros de Al Qaeda, otros que estaban traficando con armas de Irán, otros dicen que tocaba y sin más. A lo mejor es que el capitán del grupo americano había recibido una carta de su esposa, en donde le decía que había encontrado a un señor de Illinois mucho mas interesante que él, y que al menos se sentía acompañada. La cuestión es que hubo muerte, muerte de la que se produce porque a algún mando asesorado por no se que centro de inteligencia, ¿inteligencia?, les había aconsejado que era la única forma de dar los buenos días a aquella pobre gente.
Pero la cuestión es que mis ojos como platos llanos, una vez mas le dictaban a mi cerebro, asco, miseria, indignidad, y muchas mas cosas, como rabia y ganas de morir.Las imágenes, no son lo que nos enseña el periodista, el cámara de un medio de información, las imágenes son las que mi cerebro me trasmite al segundo de ver las del profesional.
De repente mis platos, digo mis ojos, se centraron en la imagen de una camiseta de fútbol, si, de la del equipo contrario, digamos adversario al mío. La del Real Madrid.Un niño ensangrentado, al que le faltaba medio rostro, con la pierna separada del resto del cuerpo, producto de la enrabietada incursión de los marines norteamericanos, yacía en lo que es una plancha de metal mugrienta y oxidada, tal vez el capó de un coche que había sido antes “bomba” tal vez, provista para hacer la función de camilla hospitalaria, y que por lo visto había salido a la calle a lucir tan digno uniforme, y que su tío le había comprado al traficante de ropa de marca , pero de imitación.
Para el niño aquella tela tenía un gran significado. Con el escudo y la actual publicidad, la imitación o no, acerca tanto o mas al equipo querido, al equipo soñado, ese que ha ganado recientemente una liga, que dicen, es la mejor del mundo. Y este niño había salido a la calle creyéndose Guti, o soñando ser Raúl.
La camiseta del infante era la negra, esa que el Madrid utiliza en sus desplazamientos y así distinguirse cuando juega contra el casero equipo contrario si éste luce de blanco. En esos momentos, en esos minutos olvidé la combinación de los colores blau grana de mi equipo preferido, y lo vi todo negro.
Mis ojos se cerraban, no querían verlo, no querían mirar ese color negro del uniforme que tantas veces he deseado que perdiera, o más, y no me escondo, que he llegado a desear que el que luce de defensa en tan prestigioso equipo, llegue a marcarse un gol en propia portería. Ya ven, lo admito, y me he alegrado.
Pero todo mi yo, estaba con ese niño, todo mi yo era del Madrid. Sí, llegué a pensar que estaba deseoso de marcar un gol con ese equipo al que he deseado lo peor, bueno si lo peor es sólo , que no gane más títulos, que esto ya es malo para un equipo de tal magnitud.
Pero en ese momento, y es tan rápido el cerebro humano… quise ver sonreír a aquel niño, quise verlo retratado con las no se cuantas copas de Europa ganadas, por las ligas, por la última que se la quitó al Barça, a mi Barça. Quise que ese niño no hubiera estado allí. Sentí nauseas y odio por los que no entienden como yo el fútbol, por los que matan niños, padres, madres y abuelos.
Dios!, cuanta vergüenza me da el ser humano. Cuanta rabia dan los que aprietan los gatillos, y mas si es para matar niños.
Que grande que es el fútbol, ése al que yo me refiero, el que ennoblece, el que une, el que hace soñar despierto. Que grandes los sentimientos al mirar los colores de tu equipo. Pero que grande es ser unos únicos minutos, aunque tan sólo sean unos pocos minutos, del equipo contrario. Aunque sea el Madrid.
Ese niño murió a las pocas horas, ahora, a la que escribo estas letras, ni sus padres lo están velando, murieron en el mismo ataque. Lo acompañan otras personas, vecinos que lloran porque este lunes el niño no lucirá la camiseta de su equipo, una camiseta que hoy lleva un socavón de la bala de una M-30 norteamericana.
Ojalá la rotura de la camiseta, de esa camiseta, la hubiera ocasionado el tirón de uno de los mejores defensas de mi Barça dentro del área, y hubieran pitado penalty en contra.
A estas horas, unas personas se matan en centros comerciales aprovechando las rebajas. A otras les entra un infarto discutiendo con los empleados de Spanair que no han secundado la huelga en cualquier aeropuerto para salir de vacaciones, y ninguno se acuerda ya de la última liga. Ni tan siquiera recuerdan al campeón de liga. Eso será pasado este verano que hoy estrenamos cuando volvamos a empezar una nueva contienda futbolística.
Pero yo recordaré todo este verano, y mas allá, que un niño sin nombre para mi, natural del centro de Bagdad, un día 30 de Junio del año 7 del siglo XXI, salió a sus calles muy orgulloso a lucir el color negro de la camiseta de su equipo preferido, recientemente campeón de su liga, y lo devolvieron a sus vecinos a pedazos, asesinado con los ojos abiertos buscando la gloria, por una pandilla de bárbaros que no entienden de fútbol.
Pido desde aquí, mi casa, a los máximos dignatarios de este Real Madrid, a sus jugadores, y a sus seguidores, que recuerden con un emotivo minuto de silencio en su primer partido de liga 07/08, a este niño sin nombre, anónimo, que representa a tantos y tantos otros que no pueden ni tan siquiera salir a la calle a soñar.
Así mismo, maldigo a todo ser que dice odiar el fútbol, así por la buenas, no parándose a pensar de lo que éste es capaz de hacer, uniendo y haciendo soñar a tantos y tantos niños en el mundo.
Y por último, y lo mas difícil, pido a los mismos dirigentes del club merengue, que para la próxima liga, prohíba la entrada en el Bernabeu a los seguidores que lleven bigote. Así a lo mejor como el que no quiere la cosa, dejan en la calle a la bestia, el de la “foto”, y no se sienta nunca más en un palco deportivo. Ni él ni su “botella”. Por guerrero y por borracho.
Yo por primera vez, obvio recordar ninguna canción, y ningún músico en mi reflexión de hoy, porque hoy, el fútbol y yo estamos de luto, pero me permitiré aconsejar a todo amante del buen fútbol del que une en lo universal, un libro muy viejo ya, "Fabulas" de Esopo.
¡Que asco!
Niño, descansa en paz.
Andreu Fos

1 comentario:

Anónimo dijo...

Las niñas de Irak - La niña de Rajoy

Ibtihal Jassem es una niña iraquí que perdió la pierna en uno de los aún presentes bombardeos norteamericanos.
Es una niña de nueve años, que se sienta junto a su casa cerca de la ciudad de Basora destruida por los bombardeos estadounidenses. Ibtihal Jassem no solo perdió su pierna sino a también 9 miebros de su familia. Ella fue salvada por su tío Jaber Jouda que la encontró viva entre los escombros de su casa.
La niña Ibtihal Jassem ha perdido todo.

Al mismo tiempo otra niña, otra niña iraquí llora desesperada y desconsolada junto al cadáver de su padre después de un tiroteo por parte de los marines norteamericanos.

Al mismo tiempo Zeinab Hazed una niña de nueve años tendida junto a su abuela en el hospital de Basora, Irak. La niña perdió su pierna durante los bombardeos de la coalición anglo-estadounidense.

Cuatro soldados de EEUU violaron, quemaron y tirotearon a una niña iraquí de apenas 12 años y declararon textualmente: "Mientras estábamos jugando a los naipes y bebiendo un whisky, surgió la idea de ir a una casa iraquí, violar a una mujer y matar a su familia".


LEJOS DE IRAK....

La niña de Rajoy juega en el patio de su colegio con sus dos piernitas y sus amiguitas, y sus papás la llevan el sábado al cine a ver la última peli de harry potter....

¿Y las niñas de Irak? ¿salen al patio a jugar también?

La miseria humana y la insensibilidad criminal de los promotores de la guerra ha llegado a tales niveles que no me extrañaría que algunos de los publicistas que alimentan el racismo y el miedo de ese 90% de estadounidenses que apoyan la guerra y la masacre, fueran capaces de usar la terrible foto de la niña irakí mutilada, quemada, y sin brazos, con una monstruosa leyenda que dijera: “Un futuro terrorista al que en forma preventiva paramos a tiempo: sin brazos ya no podrá atentar contra noso­tros”

¿Podrá la miseria humana llegar a niveles semejantes?



SEÑOR RAJOY: ESCUCHE, VEA O LEA LAS NOTICIAS DE LA EMISORA, CANAL O PERIÓDICO QUE QUIERA.
Y VERÁ QUE IRAK NO ES PASADO. ESTÁ MUY PRESENTE.