martes, 19 de febrero de 2008

MI ADIÓS A LA IGLESIA CATÓLICA


He tenido que esperar a que pasaran cincuenta años para despedirme de la Iglesia Católica y renunciar a todo lo que ella representa. Después de varios intentos de defender sus posiciones, después de atravesar varias crisis personales en las que he luchado por que la Iglesia católica dejara de agredir posiciones de justicia dentro de su seno, hoy día diez de Junio del año 2007, me declaro enemigo de esta institución, y al mismo tiempo declaro que es maligna para la sociedad mundial.
Por todo lo cual declaro:
La Iglesia católica siempre ha estado representada sólo por una persona, a la que ningún miembro tiene el honor de disponer de sus ideas para elegir democráticamente a su “jefe”, a su cabeza visible.
Los miembros de esta organización son tratados como verdaderos borregos en donde dominicalmente reciben ciertas instrucciones y misivas bastante incongruentes con la realidad humana y social.
La Iglesia Católica es uno de los estamentos mundiales que trabaja en contra de la erradicación del Sida y propaga la desigualdad entre el hombre y la mujer. A la Iglesia Católica no le importa que el ser humano muera dignamente en situaciones tan personales y alienta a sus seguidores a que miles y miles de personas sufran en sus últimos días lanzando mensajes en contra de la eutanasia.
La Iglesia Católica no quiere saber nada de los hijos no deseados por una madre que ha sido fecundada por un loco violador, o por cualquier soldado en plena selva de Uganda. Porque es partidaria de salvar a un hijo primero que a una madre, cuando esta corre el peligro de perder la vida. La Iglesia católica contraria al control de la natalidad, es capaz de ver sin mirar, como millones de seres humanos mueren y mal mueren especialmente en el continente Africano y en Asia motivados por esa enfermedad antes mencionada y otras parecidas sin preocuparle nada.
La Iglesia Católica con sus jefes a la cabeza es contraria a la igualdad de las mujeres en su seno, y fuera de él, las relega sólo y exclusivamente a cumplir con la maternidad y a acercar a sus vástagos, y que mas adelante serán sus adictos. Adictos que premiara o castigará como si de una caza de brujas se tratara. La mujer no podrá oficiar ni se le considerará nunca. Algo tan parecido al mundo musulmán, al que tanto es contrario.
La Iglesia católica ha renunciado y no le interesa trabajar por la unión de los cristianos, ni mucho menos de sus representantes por miedo a perder su poder y su protagonismo mundial.
La Iglesia Católica, lejos de trabajar por aunar esfuerzos en la paz mundial, se aleja del compromiso que debiera y olvida a los pobres y a la pobreza mundial, así mismo mira hacia otro lado cuando gran parte de la población pide una mayor protección a la naturaleza y confunde a sus seguidores en defensa de las multinacionales del crimen, del tráfico de armas, así como con su actuación apoya y apuesta muy fuertemente en pos de las multinacionales farmacéuticas.
La Iglesia Católica, y sus seguidores apuestan por organizaciones dentro de su seno como el Opus Dei para restar importancia mediante la familia que ella propone, que no es ni mas ni menos que la procreación de muchos hijos, no modernizándose y excluyéndose de una sociedad que no tiene marcha atrás. Siendo esto, la “marcha atrás”, la única propuesta para que se controle una hipotética natalidad, desgraciando con ello el placer de la pareja.
La Iglesia Católica se ha posicionado en la mayor de la degradaciones en cuanto evita postularse a favor de una sexualidad sana y aniquila el derecho que tiene el ser humano de disfrutar de su cuerpo de la manera mas limpia que existe.A este respecto, sus adeptos y bien conocido es, practican la sexualidad como mejor les viene en gana, bien con sus parejas, maridos y mujeres, o visitando prostíbulos para dejar libre su sentido emocional del placer.
La Iglesia Católica odia y trabaja en contra de las mujeres que ejercen la prostitución y las declara pecadoras de la vida a estas personas, y su opinión sobre el tema, se acerca a los tiempos en que eran lapidadas en la plaza pública o quemadas en la hoguera de la Santa Inquisición, postura también muy cercana al Islam que tanto critica.
La Iglesia Católica pregona la unión del matrimonio y lucha, juega y trabaja con los sentimientos de las parejas a las que condena cuando rompen sus vínculos, prefiriendo y apostando por la sumisión de uno u otro miembro, aunque muy especialmente por la de la mujer.En las roturas matrimoniales sólo determina que pueden realizarse mediante el respeto de un código o derecho llamado canónico, y en cual sólo se acepta cuando hay dinero y riqueza de por medio, y del cual se beneficia la propia Iglesia. La Institución ha concedido la mal llamada “nulidad matrimonial” a parejas de la farándula, y poseedores de fortunas monetarias.Este tipo de opiniones y particularidades las pregona en sus dominicales, o las evita constantemente y sigue condenando a la mayoría.
La Iglesia Católica condena y se manifiesta en contra de la homosexualidad y de los homosexuales y lesbianas tratándolos como enfermos que deben recurrir a tratamiento médico, por no decir a ingresarlos en siquiatricos y separarlos de la sociedad. A éstos les resta todos sus derechos dentro de la entidad a sapienzas de que la homosexualidad campa por sus anchas entre monjas y sacerdotes, e incluso permite atentados a menores por parte de sus miembros por culpa de no posicionarse ante una sexualidad digna y placentera entre los seres humanos, en especial sus miembros.
La Iglesia Católica con sus mayores representantes, preconiza un matrimonio de hierro y duradero, cuando son ellos los que no creen en el matrimonio ya que ni lo ejercitan ni lo disfrutan.Aconsejan a sus sectarios de cómo convivir con sus parejas y sus hijos, cuando ellos, y sus mayores representantes ni viven en pareja ni educan a ningún hijo. Ya no me vale que sus hijos son todos los hijos de la Iglesia. Yo soy hijo de mi madre y de mi padre.
En otro campo de razones, me declaro enemigo y desconfiado de la Iglesia Católica, especialmente de su cabeza, por haber recibido y cobijado en su seno en el día de hoy, al mayor de los asesinos vivientes del planeta, George Bush.El número uno de esta Iglesia no recibiría y lo entendería a cualquier asesino de ETA. Por el contrario recuerdo que ha admitido la presencia y recibido los abrazos de tan cruel personaje. El representante de San Pedro y de Jesucristo, hoy se ha abrazado con el responsable de la matanza de 6.000 civiles, mujeres , ancianos y niños en Fayula (Irak) no hace tanto tiempo, así como el responsable de la destrucción de mas de tres mil familias norteamericanas a las que les han segado una vida de uno de sus jóvenes hijos.
La guerra lleva ya mas de trescientos mil muertos, y sólo hay un responsable de esta matanza, el invitado de hoy y otra pareja de ineptos que no quiero citar hoy. Uno de ellos luce bigote de fascista.Un ser que es el responsables de las torturas a seres humanos, a los que ha privado de su libertad sin juicio alguno. Un ser que dirige la mayor trama de inseguridad y terrorismo del mundo como es la CIA. Un ser que es el responsable de que hayan habido vuelos de la muerte, aeronaves cargadas de presuntos terroristas a los que han destripado y asesinado en sus calabozos.Un ser que promueve el deterioro de la naturaleza de nuestro planeta, que dirige el Banco Mundial que en teoría debiera servir para erradicar la pobreza, y no lo es. Un ser que soluciona los conflictos con el terror del fuego de sus armas, que ha destruido recientemente un país como Irak y todas sus bibliotecas y museos de arte milenario. Un país en la memoria de tantos y tantos católicos situados entre el Tigris y el Eufrates.Un ser que enciende fuegos en favor de su bolsillo y de sus familiares y amigos, desde el sureste asiático hasta Sudamérica y centro América, pasando por el estercolero del mundo, África y sus diamantes.
Además renuncio de la Iglesia Católica, y no me sirve pensar que sus dirigentes pueden haber enloquecido, porque ya hace años que ha gritado y vienen desautorizando a la única reforma digna de sus estamentos, y que en los años sesenta sus dirigentes proclamaran el Concilio Vaticano Segundo, y en el cual la entidad se aproximaba a un sentir de la sociedad mas humano y conciliador con Juan XXIII y Pablo VI a la cabeza.Renuncio a la Iglesia Católica también por no esclarecer el presunto asesinato de un Papa o cabeza visible que pretendía potenciar aquella nueva oleada de modernidad y sentimiento mas próximo al ser humano y sus nobles derechos, Juan Pablo I.
Una vez nutrida y dominada esta Iglesia por seres sicóticos y enfermizos, que destrozaron aquel espíritu, reniego por su inmovilismo y su estancamiento y por retroceder en los siglos hasta el oscurantismo. Mas de veinticinco años degradando filosofías y teologías como la de la liberación, que perseguida por el equipo de su gobierno actual, silenciaron y condenaron levantando el dedo hacia no se sabe que dios.Que se lea “El Padre nuestro” de Leonardo Boff.
Cristianos como Leonardo y Clodovis Boff, cardenales como Helder Cámara, y otros como Monseñor Romero, éste asesinado en plena celebración, y Ernesto Cardenal, sufridores de gobiernos militares en sus países, fueron condenados, negados y expulsados por opinar en esta Iglesia Católica. Personas que el único pecado era ponerse del lado de los pobres, de los miserables, de los desheredados, de los sin tierra, de los niños explotados, de los marginados, de los mendigos y multitudes de pobreza generados por un capitalismo puro y duro en ciudades verdaderamente apestantes de países como Brasil, México, Nicaragua, El Salvador, Honduras entre otros. Por todo esto que no es poco, renuncio, denuncio y reniego de la actual Iglesia Católica.
Y a ti Benedicto, no pillo que clase de música puede gustarte, tal vez la misma que le gustaba a tu paisano que un día decidió invadir Polonia. Pero debieras escuchar bastantes veces al día la canción “Imagine” de John Lennon, que sólo con su música, igual se te emblandece el corazón, cosa bastante improbable, y dejas de graznar ya de una vez. No veas si atendieras lo que dice su letra.
Sólo me restaría saber una única cosa de ti, Benedicto, ¿eres partidario de la pena de muerte? Si lo eres ¿Por qué no lo declaras?, y ¿si no lo eres, porque te abrazas y confraternizas con los que si lo son?
Que la paz reine entre vosotros, y que Jesucristo no se despierte.
Sin cariño,
Andreu Fos.

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